Se observa
además que, al respecto de la promoción y la difusión de expresiones culturales,
no hay acciones concretas relacionadas a los autores ni a las diversas realidades
que permitan que los bolivianos se informen más y mejor acerca de las culturas
del país.
En
cuanto a la protección, los participantes han diferenciado dos tipos, pero tal
vez contradictorios o confusos en la práctica: uno vinculado al SENAPI, que
tiende a reconocer lo individual y la dimensión comercial, pero que está
amparado en las leyes; y el otro, relacionado a la idea de registro y
catalogación de patrimonio, vinculado al Ministerio de Culturas, que busca
formas de reconocimiento y respeto a las culturas.
En
Bolivia se han generado conflictos entre diversos pobladores cuando la gente
reclama como propia una expresión que es ampliamente colectiva (es decir, que
va más allá de una comunidad o región). En estos casos, ¿quién tiene los
privilegios? El registro de patrimonio conlleva conflictos y las regulaciones
pueden llevar a la injusticia y a la omisión de aspectos importantes. Se
observaron problemas internos que siguen vigentes y que se encuentran inmersos
en diferentes formas de relaciones de poder. Deberían plantearse mecanismos para
resolver estos conflictos y que el Ministerio de Culturas sea el encargado de
su conciliación interna, apoyándose en las alternativas que surgen de la
sociedad civil, como son los protocolos propuestos al margen del sistema
jurídico.
La
investigación y la historia son cruciales, no sólo para ser fieles a los datos
y no negar la existencia de expresiones ‘antiguas’ que hay que respetar y de
las cuales todavía queda mucho por aprender; sino también para no limitar la
innovación. En tal sentido, la difusión debe ser una práctica importante. Sin
ella la cultura se pierde. Asimismo, la investigación no puede ir por sí sola,
sino que debe ser resultado de la consulta y aprobación de los pueblos a ser
investigados.
Pero,
no se trata sólo de conservar y registrar, sino también de promover la
práctica constante de la cultura. En tal
caso, se observa la necesidad de que toda investigación parta de una
identificación de las manifestaciones culturales por zonas, áreas, municipios
y/o territorios, para establecer estrategias de protección. Es decir, se trata
de establecer áreas concretas de acción. Asimismo, todo registro puede servir
de evidencia para evitar confusiones, aunque sea muy difícil e inapropiado
estandarizar las expresiones culturales con normas que se esperan que funcionen
igual en todos los casos.
Es crucial entender también que
hay cosas que no están concebidas para ser eternas, como si se conciben en la
visión occidental del arte, sino que deben ser pasajeras y/o temporales.
Además,
todo registro debe ser capaz de reconocer cualquier elemento que sea parte de un
contexto cultural (dimensiones rituales, simbólicas, históricas, etc.). Todo
sistema de registro debe ser detallado y complejo.
Las
propuestas legislativas relacionadas al arte y a la cultura no responden a un trabajo
enlazado y coordinado entre las instituciones afines y competentes para
desarrollar acciones concretas. La información se mantiene dispersa entre estas
instituciones.
Francisco Balboa, Henry Stobart, Celestino Campos e Iván Nogales - Fotografía: Phoebe Smolin